15 octubre 2024

#3 Margaux (30) habla de su rectocele…

¿Qué tienen en común todas las mujeres que sufren un prolapso? La sensación de estar solas. Y, sin embargo, ¡somos millones las afectadas! Así que para ayudar a romper el silencio en torno a esta afección, algunas mujeres han accedido a responder a nuestras preguntas y compartir con ustedes sus experiencias con el prolapso, sus miedos, sus dudas, los cambios en la relación con su cuerpo, pero también sus consejos, lo que les ha funcionado y cómo se están adaptando para seguir viviendo sus vidas.

En esta serie de artículos, descubre los retratos y las historias íntimas e inspiradoras de estas mujeres resilientes, mujeres que están pasando por lo mismo que tú. No estás sola: nuestra comunidad, una verdadera hermandad, está aquí para apoyarte.

Testimonio recogido por correo electrónico en 2024

1) Háblenos de usted: ¿quién es, cuántos años tiene, cuál es su formación, a qué se dedica? ¿Qué actividades le gustan?

Me llamo Margaux, tengo 30 años y soy de la zona de Grenoble. Trabajo como temporera desde 2018, como Educadora Especial en verano y como Instructora de Primeros Auxilios en invierno (en Valloire). Actualmente estoy reciclándome para las temporadas no invernales. Tengo formación en masaje sueco y en primavera empecé un curso de “Running Yoga” con el objetivo de apoyar a deportistas a través del yoga.
Me gusta correr, el senderismo, el ciclismo de carretera, la bicicleta de montaña, el esquí alpino, el patinaje y la natación.

2) ¿Cuál es tu relación con tu cuerpo y tu intimidad? ¿Ha cambiado con el tiempo?

Como soy bastante musculosa, durante mucho tiempo me compararon con los hombres, así que tenía muy poca confianza en mí misma y odié mis muslos durante muchos años. Pero ahora lo he superado y acepto mejor mi cuerpo. Antes no era fácil intimar conmigo misma, pero ahora me siento orgullosa de mi cuerpo y no me avergüenzo de él. Por otra parte, nunca he sido muy pudorosa.

3) ¿Cómo descubrió su prolapso? ¿Cuánto tardaron en diagnosticárselo? ¿Cuál fue su reacción cuando se dio cuenta de que era un prolapso?

A lo largo de uno o dos años, empecé a sentir que me era imposible contener las ganas de defecar. Un día estornudé y me vacié completamente… Una amiga me dijo que tenía un problema rectal. No la tomé en serio. En aquel momento pensé que se debía a una intolerancia alimentaria.

Así que fui a ver a un gastroenterólogo. No me atreví a decirle que me estaba “haciendo caca encima”. Pero sí le mencioné los mocos extraños, los dolores de estómago, la dificultad para defecar… No me examinó. Volví a verla para que me hiciera una colonoscopia y una gastroscopia, me extirpó un pólipo del estómago y me recordó que pagara el suplemento, luego “gracias Aurevoir”.

Mi estado empeoró, tenía que tirar del recto hacia arriba, apretando las nalgas cada vez que iba al baño, tenía molestias permanentes. Me lo veía en el espejo y me asusté. Así que pedí cita con un nuevo gastroenterólogo, y 6 meses después, en esa consulta tan esperada, me dio el veredicto. Lágrimas, lágrimas y más lágrimas porque la operación era inevitable.

4) ¿Qué es lo que más le molesta (o le ha molestado) del prolapso? En términos de síntomas físicos o psicológicos, su relación consigo misma, el envejecimiento, el sexo, el deporte…

Lo que más me molestaba era la sensación de tener que defecar siempre. Estar estreñida porque nada estaba en orden en mi barriga. Y sobre todo, tener que ir al baño 8 veces por la mañana antes de salir a algún sitio, porque temía constantemente no poder aguantar, sin acceso rápido a un retrete. Psicológicamente, fueron 4 años muy duros, con una imagen corporal deteriorada y actividades que dejé de hacer porque tenía miedo y era muy incapacitante y restrictivo. Correr, hacer senderismo, esquiar se convirtieron en una carrera de obstáculos. Me “mentalizaba” cada vez que comía algo que no fuera arroz o pasta, cada vez que se me hinchaba el estómago, durante las menstruaciones… A menudo se me irritaban las nalgas. No me atrevía a tener relaciones sexuales de improviso porque podía pasar cualquier cosa…

5) ¿Qué ha cambiado el prolapso en su vida cotidiana? ¿Qué aspectos de su vida se han visto más afectados?

Iba al baño 15 veces al día, bien porque lo necesitaba o para tranquilizarme.
Mi vida social y sexual eran las más afectadas.

6) ¿A quién (o qué recursos) consultó para comprender mejor lo que estaba ocurriendo en su cuerpo?

Fisioterapeuta especializado en rehabilitación de rectocele, y redes sociales. En particular, Sport SF (Asociación deportiva francesa) y usted.

7) ¿Qué te ayudó a sentirte mejor y a comprender mejor el prolapso? ¿Fue el apoyo de sus allegados? ¿La comprensión y la amabilidad de su pareja? ¿Los testimonios de otras mujeres afectadas?

Saber que otras mujeres jóvenes, deportistas y sin hijos lo padecían. Mi pareja (con quien estaba en las primeras etapas de nuestra relación cuando descubrí el prolapso), que fue amable en todo momento. Mi familia, que me comprendió e intentó tranquilizarme. Mis amigos, que no me juzgaron cuando les dije que me escapaba porque necesitaba cambiarme y lavar las bragas.
Y, sobre todo, hablar de ello con sentido del humor, sin vergüenza (especialmente con mis colegas en invierno, que no entendían por qué iba al baño 6 veces al día).

8) ¿Cuál fue su experiencia con la profesión médica? ¿Se sintió apoyado y bien atendido por los profesionales sanitarios? ¿A qué terapeutas consultó? ¿Cómo se sintió?

Una vez hecho el diagnóstico, gracias a mis conocidos de la profesión médica y a Isabelle de Sport SF, estuve bien atendido y bien asesorado.
Los cirujanos viscerales que conocí fueron muy profesionales, tranquilizadores y atentos. Las pruebas previas a las que tuve que someterme fueron bien, y también hubo mucha amabilidad, con personas cualificadas y tranquilizadoras. Uno o dos comentarios durante la manometría fueron bastante inapropiados y degradantes: “Ah, pero sólo tienes 26 años, Ah, pero no tienes hijos, eso suele ocurrir a mujeres mucho mayores que han tenido hijos”. Así que consulté a radiólogos para la resonancia magnética y la radiografía. Y a un profesional para la manometría. Luego fisioterapeutas.

9) El proceso de aceptación de un diagnóstico suele ser largo y difícil, pero no insuperable. ¿Está de acuerdo con esta afirmación? ¿Por qué?

No es insuperable, por supuesto, pero con un poco de humor y los profesionales adecuados, la aceptación es más fácil. Y sobre todo cuando entendemos lo que pasa, cuando ya no estamos a oscuras.

10) ¿Qué soluciones ha elegido para tratar su prolapso o corregir sus síntomas? ¿Está satisfecha con ellas?

La operación. Estoy muy satisfecho con ella. He podido retomar todos los deportes, incluso aquellos que el cirujano pensaba inicialmente que debía dejar por completo (trail running). La última consulta, 1 año después de la operación, reveló que mi cuerpo estaba completamente en forma para retomarlo todo porque ahora conocía mucho mejor mi cuerpo, sabía cómo cuidarlo a través del deporte y gracias a mi musculatura.

11) ¿Cuál es tu relación con tu cuerpo y tu prolapso? Por ejemplo, ¿en cuanto a la imagen que tienes de él, tu percepción de la patología, tu experiencia psicológica…?

Sigo teniendo el reflejo de ir al baño con regularidad. Cuando siento que mi tránsito no está en buenas condiciones, sobre todo en invierno, cuando no tengo acceso al retrete siempre que quiero debido a mi trabajo y a que no tenemos retretes en el puesto de socorro, sigo poniéndome protección de vez en cuando para evitar “mancharme o ensuciarme” las bragas.
Antes lo veía como algo realmente degradante y vergonzoso. Hoy no lo veo así en absoluto y no debería ser un tabú.

12) ¿Qué les diría a las mujeres que hoy descubren que tienen un prolapso? ¿Qué te hubiera gustado oír cuando estabas en su lugar?

Hay que hablarlo enseguida con un profesional (ginecólogo, médico de cabecera, fisioterapeuta, matrona, gastroenterólogo, etc.) No hay que dejarlo pasar, no es un tabú y cuanto antes se trate menos deterioro habrá.
Me hubiera gustado saber que no estaba sola en mi situación, me hubiera gustado encontrar profesionales más fácilmente por internet, estar mejor orientada desde el principio. Y sobre todo, que no me dijeran que soy joven y que esto sólo les pasa a mujeres “normalmente” mucho mayores. Y tener el consejo del taburete para levantar las piernas me ha cambiado la vida.

Muchas gracias por permitirme compartir mis experiencias y, sobre todo, ¡ayudar, apoyar y aconsejar a las mujeres que pasan por este tipo de problemas!