
El pesario: ¿prótesis o “sujetador vaginal”?
Por qué importan las palabras
Un pesario es un dispositivo médico indicado para el tratamiento de los trastornos de la estática pélvica: prolapso (o descenso de órganos) e incontinencia urinaria. A menudo se compara con una “prótesis vaginal” en la literatura científica.
¿Y si revisáramos la definición del pesario para cambiar la imagen y la percepción tanto de las mujeres como de los terapeutas?
El pesario es un dispositivo tan antiguo como las colinas (¡o casi!), que ha demostrado su eficacia, pero que en Francia y algunos otros países europeos sufre una imagen polvorienta, muy medicalizada y a veces incluso aterradora. Durante mucho tiempo prescrito casi exclusivamente, de forma errónea, a mujeres de edad avanzada, y soportado pasivamente como un dispositivo instalado por un médico en consulta y dejado en su sitio durante meses, el pesario lleva una etiqueta de prótesis que parece lógica, aunque esta comparación no refleje fielmente su uso real por las mujeres de hoy y su valor añadido en nuestra vida cotidiana.
Por el contrario, algunas personas comparan el pesario con un “sujetador vaginal” o sostén. Esta comparación convierte al pesario más en un accesorio de confort que en un dispositivo médico. Quita importancia a esta preciosa herramienta, que hace la vida cotidiana más cómoda y joven, al tiempo que devuelve a las mujeres la autonomía y el poder de decisión sobre su propio cuerpo. No obstante, tenga cuidado de no liberarse de la supervisión médica, que sigue siendo esencial.
Entonces, prótesis o sujetador, ¿cómo describir el pesario y su función? ¿Y si fuera posible otra visión? ¿Qué términos deben utilizarse y qué impacto tendrán en la imagen de este dispositivo y en la percepción de las mujeres y los cuidadores?
Estas preguntas me parecen fundamentales para dar al pesario un lugar adecuado en la vida y la mente de las mujeres, y en el arsenal terapéutico y el discurso de los cuidadores, así como para restaurar la imagen corporal de las pacientes con prolapso. Intentaré dar aquí algunas respuestas, o al menos algunos elementos de reflexión.
El pesario es una prótesis
Larousse define una prótesis como “un dispositivo implantado en el cuerpo para sustituir un órgano ausente o restablecer una función comprometida”. El diccionario médico indica que una prótesis está destinada a “complementar, sustituir o reforzar una estructura anatómica”. En la práctica, el término “prótesis” abarca una amplia gama de equipos, desde miembros artificiales y gafas hasta válvulas cardíacas, prótesis mamarias, audífonos y coronas dentales.
Teniendo esto en cuenta, es justo llamar prótesis al pesario, porque se inserta en la vagina para restaurar las funciones de la estructura de soporte del perineo… del mismo modo que unas gafas restauran las funciones visuales del ojo.
Sin embargo, en el lenguaje cotidiano, el término prótesis rara vez se utiliza para describir los pares de gafas o lentillas que llevamos cada día. Para el ciudadano medio, el término prótesis evoca dispositivos complejos e invasivos que restablecen funciones vitales o motoras. Además, estos dispositivos suelen ser colocados por un médico, a veces durante una compleja intervención quirúrgica, y rara vez son utilizados de forma independiente por los pacientes que los llevan. En cualquier caso, el concepto se percibe como altamente médico y, aunque restablece las funciones y la libertad de movimiento, rara vez ofrece libertad de uso.
Los audífonos son una excepción: todo el mundo los denomina prótesis en el lenguaje cotidiano y las personas que los llevan los utilizan con total autonomía. Sin embargo, la mayoría de las veces se asocian con la vejez, el envejecimiento y la discapacidad.
En términos más generales, creo que es justo decir que asociamos una prótesis a un dispositivo que sustituye a algo que ha fallado, algo que ya no funciona o funciona mal. Algo roto e irreparable.
La descripción del pesario como prótesis es, por tanto, acertada y pertinente. Pero también contribuye a transmitir una imagen de complejidad, vejez, discapacidad, pérdida y pasividad.
Esta imagen es problemática por dos razones:
- Es falso: el pesario es un dispositivo sencillo, utilizado por la mayoría de las mujeres de forma independiente y fácil, incluidas las jóvenes.
- Contribuye a alimentar el círculo vicioso de baja autoestima y mala imagen corporal que supone el prolapso para muchas mujeres.
Así que exploremos otra forma de describir el pesario: como un accesorio cotidiano, comparable a un sujetador… ¡para la vagina!
El pesario es un accesorio cotidiano
Algunos profesionales sanitarios prefieren presentar el pesario como un accesorio y utilizan la analogía de un “sujetador vaginal” para describir su función a sus pacientes. Esta imagen es bastante eficaz y muy significativa para todas nosotras.
Al igual que un sujetador sostiene los senos, manteniéndolos en su sitio, el pesario sostiene los órganos pélvicos cuando el sistema de suspensión ligamentosa y muscular de la cintura pelviperineal está colapsado o hipotónico. No sustituye a los órganos ni a sus funciones en el cuerpo, sino que proporciona un soporte externo para mantenerlos en su sitio y reducir las molestias y la vergüenza que causan.
Del mismo modo que no cuestionamos ni nos avergonzamos de comprar y llevar un sujetador cuando hace que nuestros pechos o nuestra espalda estén más cómodos, esta imagen ayuda a mostrar que no deberíamos ver el pesario de forma diferente y que no hay lugar para la vergüenza.
El ejemplo del sujetador deportivo puede ser aún más revelador, sobre todo para las mujeres adeptas al “sin sujetador”, el movimiento que consiste en prescindir del sujetador a diario. Y es un reflejo bastante fiel del papel del pesario y de la forma en que algunas mujeres lo utilizan: algunas de nosotras no sentimos la necesidad de llevar sujetador a diario, pero lo llevamos cuando hacemos deporte, porque las molestias sólo se sienten durante estas actividades. O sólo durante la fase premenstrual, cuando los pechos están más hinchados o duelen más.
Lo mismo ocurre con el pesario: algunas mujeres sólo lo llevan ocasionalmente, durante determinadas actividades físicas, o durante ciertas fases de su ciclo en las que los síntomas del prolapso son más perceptibles… y prescinden totalmente de él el resto del tiempo.
Terminemos con un último ejemplo, que es difícil no relacionar con el pesario: la copa menstrual. La copa es un accesorio de higiene íntima de silicona que se introduce en la vagina algunos días al mes cuando es necesario para recoger el flujo menstrual. Al igual que el pesario, su uso requiere un poco de práctica, pero sigue siendo relativamente sencillo y no se nos ocurriría depender de un profesional sanitario para ponérnosla o quitárnosla. Lo utilizan mujeres menstruantes de todas las edades para mayor comodidad y mejor salud vaginal (a diferencia de los tampones, que tienen muchos inconvenientes), y no se percibe como un objeto médico, complejo o amenazador; al contrario, en general se percibe como un accesorio moderno, ecológico y saludable.
El Dr. Louis-Paul Berthelot, cirujano urológico del hospital privado Côtes d’Armor, utiliza esta analogía: “El tampón o la copa están diseñados para contener la hemorragia, pero no tratan la causa de la hemorragia. Del mismo modo, el pesario está diseñado para contener los órganos y corregir los síntomas, sin tratar la patología básica subyacente de los ligamentos musculares“.
De hecho, no es el pesario lo que es polvoriento, sino el concepto de pesario que un médico instala y deja colocado durante meses, sin ninguna intervención de la paciente, y sin ninguna educación de la mujer sobre su tratamiento y su propio cuerpo. Por lo general, el pesario es perfectamente autogestionado por la paciente (aunque, por supuesto, esto no siempre es posible), y puede llevarse de forma intermitente, temporal o continua en función de sus necesidades y preferencias. En este sentido, el pesario se asemeja más a un accesorio cotidiano que puede llevarse según las circunstancias que a una prótesis que se lleva de forma permanente y requiere la intervención de un médico.
Esta descripción del accesorio y estas imágenes tienen la ventaja de desmitificar el pesario, quitarle dramatismo y hacer hincapié en su uso sumamente flexible y adaptable, y en su función de soporte, comodidad y bienestar, perfectamente integrada en la vida cotidiana… al tiempo que devuelven a la mujer el poder de decidir y adaptarse a sus propias necesidades.
El resultado es una imagen más positiva y activa del pesario y del prolapso, presentados menos como una patología que como una evolución fisiológica del cuerpo de la mujer. También estamos sacando a la vagina de su zona gris, todavía tan incomprendida y preocupante para demasiadas mujeres: no es más arriesgado ni complicado introducir y extraer un pesario en la vagina que ponerse y quitarse una copa menstrual. Y estamos devolviendo la elección y la autonomía a las mujeres.
La doctora Anne-Cécile Pizzoferrato, cirujana ginecóloga del Hospital Universitario de Poitiers, es partidaria de esta imagen del pesario: “Para mí, es esencial restar importancia al uso del pesario, y compararlo con un sujetador es una buena forma de explicárselo a las mujeres.
Sin embargo, tampoco creo que esta noción sea del todo satisfactoria, porque aunque da una imagen más precisa y más relajada del pesario y de la vagina, pasa por alto su función terapéutica, el hecho de que corrige síntomas y requiere el apoyo de un profesional sanitario.
Por lo tanto, propongo un tercer concepto, que me parece un compromiso eficaz entre los dos conceptos que acabo de desarrollar: el pesario es una órtesis, una “férula vaginal”.
El pesario es una órtesis
Un pesario no es un simple accesorio que se puede comprar y llevar a capricho.
Siguiendo con la analogía del sujetador: cuando queremos comprar uno, solemos ir a la tienda a probárnoslo. Si la copa y la talla no se adaptan al tamaño y la forma de nuestros pechos, el sujetador no será cómodo, ni siquiera nos dará el soporte adecuado.
En el caso del pesario, ocurre exactamente lo mismo… con dos excepciones:
- Una vez introducido en la vagina, un pesario no se puede devolver, por lo que hay que comprar el correcto a la primera si se quiere evitar perder dinero.
- Un pesario es un dispositivo médico y, sobre todo si no eres autosuficiente con él, no debes hacer cualquier cosa o puedes sufrir efectos secundarios indeseables.
Así lo subraya el Dr. Pizzoferrato: “A diferencia del sujetador, creo que es importante proporcionar a la mujer un apoyo adecuado al inicio del proceso de inserción, para que pueda ganar confianza y ser lo más independiente posible“.
Por tanto, el pesario requiere una consulta especializada con un profesional sanitario para garantizar su correcta colocación, eficacia, comodidad y buena tolerancia. A continuación, requiere un seguimiento regular y, en ocasiones, ajustes. Las mujeres que utilizan un pesario deben consultar periódicamente a su profesional sanitario para asegurarse de que el pesario que han elegido sigue ajustándose bien y cumple correctamente su función, sin causar efectos indeseables; esto es especialmente cierto en el caso de las mujeres que no son autónomas, pero para las que sí lo son y para las que el pesario no es o ha dejado de ser satisfactorio, la consulta sigue siendo esencial para encontrar una solución.
Así pues, el pesario podría presentarse como una órtesis, como una “férula vaginal”.
Esta es la imagen que más utiliza Aurélie Blaugy, fisioterapeuta especializada en reeducación pélvico-perineal y miembro de la junta directiva de la Association Française de Rééducation en Pelvi-Périnéologie: “Utilizo la imagen de la órtesis y la férula, y sobre todo la trivializo al máximo, insistiendo también en el hecho de que el descenso de órganos nos ocurre a todos en cierta medida, sin que sea necesariamente sintomático para todos“.
Una órtesis se define como “un dispositivo que compensa una función deficiente, ayuda a una articulación o estructura muscular o estabiliza un segmento corporal durante una fase de rehabilitación o reposo”. Ejemplos clásicos de órtesis son las rodilleras o las tobilleras: puede que necesites llevarlas continuamente durante un periodo de tiempo, u ocasionalmente durante el resto de tu vida para compensar una articulación frágil o evitar el dolor. Y a veces se acaba prescindiendo de ellas por completo.
El nuevo concepto, comparado con la noción de prótesis, reside en la precisión “durante una fase de rehabilitación o reposo”. Hablamos aquí del uso transitorio o puntual de un dispositivo. Hablamos de reeducación y recuperación. Ya no hablamos de fin, disfunción o pérdida.
Un ejemplo es el caso clásico de las madres jóvenes que llevan un pesario después del parto para permitir que los ligamentos y las estructuras musculares recuperen su función, lo que puede llevar hasta un año, y limitar el riesgo de prolapso. O en el caso de las mujeres que practican deporte, que acompañan la rehabilitación con el uso de un pesario para estar tranquilas ante el riesgo de incontinencia urinaria durante su actividad. La Dra. Pizzoferrato, muy implicada en la prevención y la educación de las mujeres, sobre todo en el ámbito del deporte, insiste en este punto: “Conocemos los beneficios de la actividad deportiva sobre el organismo, y el pesario puede ayudar a evitar que muchas mujeres jóvenes y mayores limiten o interrumpan su actividad deportiva a causa de sus pérdidas o prolapsos“.
Entre las funciones de una órtesis, éstas son las que pueden adaptarse al papel del pesario:
- Inmovilización en reposo o restricción del movimiento, para evitar la hipermovilidad, limitar la movilidad anormal, excesiva o embarazosa, en este caso el descenso excesivo de los órganos pélvicos hacia la vagina o la aparición de pérdidas de orina como consecuencia de la hipermovilidad de la uretra.
- Movilización estática y dinámica: volver a colocar los órganos y ligamentos en una posición que ya no saben adoptar, permitiéndoles al mismo tiempo cierta
- libertad de movimiento.
- Restablecer la funcionalidad de la estructura de suspensión ligamentosa y muscular del periné
- Proteger y prevenir la distensión de los ligamentos de los que están suspendidos los órganos pélvicos.
Ciertas órtesis se utilizan tradicionalmente como medida preventiva para reducir el riesgo de lesiones o complicaciones posteriores durante la práctica de actividades físicas intensas o deportes de alto impacto. Del mismo modo, los pesarios pueden utilizarse como medida preventiva en mujeres con riesgo de desarrollar un prolapso o incontinencia urinaria de esfuerzo, o durante periodos “de riesgo” (deporte intenso, transporte de cargas pesadas, embarazo o posparto, episodios de tos crónica, etc.), como subraya la Autoridad Nacional Francesa de la Salud en sus recomendaciones sobre el tratamiento del prolapso.
La función protectora de las órtesis también se utiliza mucho para prevenir las recidivas: por ejemplo, a menudo se recomienda una rodillera después de una lesión o cirugía de rodilla para prevenir las recidivas y proteger la zona debilitada durante la cicatrización. Del mismo modo, se puede utilizar un pesario para prevenir la recidiva del prolapso después de una intervención quirúrgica, si no se han eliminado por completo los factores que favorecen el desarrollo del prolapso.
Por tanto, en general, las órtesis permiten mantener la actividad física limitando las molestias y el riesgo de lesiones o agravamiento. Del mismo modo, el pesario permite a las mujeres realizar actividades físicas o deportivas -y, más ampliamente, actividades sociales, familiares e incluso sexuales- sin que su prolapso o incontinencia urinaria se lo impidan, y sin riesgo de que la afección progrese.
Estos elementos dan lugar indirectamente a otra función de la órtesis: por su presencia, su soporte y su función protectora, mejora la confianza de la usuaria.
Y ésta es quizá una de las funciones más importantes, en mi opinión, del pesario: permite a las mujeres con prolapso o que sufren incontinencia urinaria recuperar la confianza en sí mismas, en su cuerpo y en su capacidad para realizar sus actividades cotidianas sin riesgos ni molestias. Dado que el prolapso es una patología funcional, es aquí donde reside el principal reto: recuperar la calidad de vida, la autoestima, la libertad de acción y movimiento, y la confianza.
Por último, las órtesis suelen elegirse o fabricarse a medida, para que se adapten lo mejor posible a la anatomía, morfología, movimientos, hábitos y síntomas de cada persona. Cuando no se fabrican a medida, son ajustables. Del mismo modo que el pesario debe adaptarse a cada mujer, a su anatomía, su vida cotidiana y sexual, sus actividades deportivas y su capacidad de manejo y manipulación.
Por tanto, existen muchas similitudes entre una órtesis y un pesario, que pueden resumirse del siguiente modo:
- apoyo estructural
- gestión independiente de los síntomas
- prevención y protección
- mantenimiento de la actividad física
- recuperación de la confianza
- necesidad de supervisión médica, control y adaptación individual
Con un pesario, al igual que con una órtesis, recuperamos la movilidad, la independencia y la confianza, con apoyo médico en determinadas fases.
Un pequeño inconveniente es que el término “órtesis” sigue siendo “un término médico técnico demasiado difícil de entender para la mayoría de los pacientes“, como señala el Dr. Berthelot.
Y la Dra. Pizzoferrato añade: “Aunque probablemente sea más apropiado, el término órtesis me sigue pareciendo un poco demasiado médico y sinónimo de fragilidad, y por tanto inevitablemente de envejecimiento, mientras que los pesarios pueden llevarse desde muy pronto en la vida de una mujer (como un sujetador: si eres adolescente y muy deportista, puede que necesites uno)“.
¿Qué dicen los pacientes?
En última instancia, lo que cuenta es lo que piensan y sienten las pacientes. Por eso planteamos la siguiente pregunta a las mujeres que utilizan un pesario:
¿Cómo le hubiera gustado que su terapeuta le hablara del pesario?
De las 200 mujeres que respondieron a la encuesta, éstas son las respuestas que recibimos:
Entre las mujeres que respondieron en Instagram, con un perfil de edad más joven:
Las mujeres que respondieron a nuestra encuesta pero no estaban de acuerdo con ninguna de estas imágenes (15%) mencionaron las siguientes nociones que les hubiera gustado escuchar de su terapeuta:
- Un soporte
- Una hamaca
- Un anillo
- Una ayuda
- Una alternativa a la cirugía
Conclusión
Los términos y las imágenes utilizados para presentar el pesario a las mujeres y las pacientes son importantes: influyen enormemente en la forma en que se perciben el dispositivo y el apoyo terapéutico ofrecido, así como en la forma en que se perciben el prolapso y el cuerpo en general. Por lo tanto, insto a los profesionales sanitarios a que den importancia a este detalle y adapten su enfoque a las mujeres con las que trabajan, ya que es una condición sine qua non para una buena adherencia al tratamiento y una verdadera satisfacción de las pacientes.
Consuelo Leal Marzo, fisioterapeuta especializada en reeducación pélvico-perineal en Marsella, insiste en la necesidad de adaptar su enfoque a cada mujer: “El concepto de órtesis es, en efecto, el más adecuado para el pesario. Pero también lo comparo con el diafragma anticonceptivo, o el anillo anticonceptivo hormonal… Ante todo, hay que encontrar imágenes que tranquilicen a la paciente“.
Tanto si prefiere considerarlo una prótesis, una órtesis o un accesorio cotidiano, está claro que el pesario desempeña un papel crucial en la vida de las mujeres, ofreciendo apoyo, comodidad y protección.
Es esencial recordar que el pesario debe utilizarse bajo la supervisión de un profesional sanitario cualificado. Cada mujer es única, y existen distintos tipos de pesario para satisfacer necesidades específicas. Para garantizar la eficacia y la comodidad del pesario, es necesario realizar un ajuste adecuado y un seguimiento periódico.
El pesario es un apoyo inestimable para la mujer, que le ofrece la oportunidad de vivir plenamente y recuperar el control de su cuerpo. Ya es hora de que se reconozca debidamente su papel esencial en la salud y el bienestar de las mujeres.